Ella la mira con odio, pero Sara se limita a saludarla sin mirarle a los ojos.
—Supongo que estás contenta por la desgracia ocurrida a mi novio. —le dice Victoria de forma tajante y cortante.
—No es así, prima, no malinterpretes las cosas. Siento mucho lo sucedido a Miguel. Ella responde con la mirada llena de paz y serenidad.
— ¡No seas hipócrita poniendo esa cara de mosquita muerta! Su voz es altanera.
Sara no le contesta y sale de inmediato de la mansión. Victoria no deja de gritarle palabras hirientes.
Al llegar al trabajo, la tristeza la invade al saber que ni siquiera su gran compañera de oficina, Pamela, está trabajando con ella. Sino limpiando los baños, tal y como le ordenó Victoria.
Mientras tanto en el hospital, ni los médicos ni los familiares de Miguel Ángel han podido hallar las tres pintas de sangre que necesitan. La desesperación crece hora tras hora en ellos.
Victoria llega al hospital después de tratar mal a Sara en la entrada de la mansión y se dirige de inmediato a