Zarah sintió como su espíritu escapaba de su cuerpo por un segundo para luego regresar con fuerza haciendo galopar su corazón. El Mago esperó a que respondiera, pero ella sólo se mantuvo en silencio con la mirada clavada en él como si fuera una niña asustada. Después de que un largo silencio los invadió, el Mago decidió hablar.
—Voy a cometer una segunda indiscreción y preguntar ¿Usted y el Señor consumaron su matrimonio?
Zarah tartamudeó al principio pero luego respiró hondo, intentando tranquilizar su mente inquieta.
—Si, consumamos nuestro matrimonio el día en que contrajimos nupcias. —Cada palabra escapaba de los labios de Zarah arrastrándose, sin deseos de salir. La vergüenza estaba dominando cada parte de su cuerpo
—¿Y luego de eso ustedes han... ?
—¿A qué viene esa pregunta? —Interrumpió Zarah.
—Verá, mi Señora, da la impresión de que usted está... —Zhadli, consciente del creciente bochorno de su aprendiz frente a sus tan directo interrogatorio, pasó las manos por la barba gr