Después de comer en casa de Eamon, fueron a visitar al mejor herrero de la Ciudadela, Jaydon, un artesano muy hábil. Lo conocían desde hacía tiempo y confiaban en que haría un buen trabajo.
Gwyneviere llevó consigo un boceto de cómo quería que fuera su báculo, junto con las pociones de Vandrell y una reliquia que había estado en su familia por generaciones.
Se pusieron al día con su amigo y le contaron lo que habían vivido en la prisión del Nigromante. Jaydon aceptó de inmediato el trabajo, aunque