Rhys se encontraba en la jaula de los cachorros de lobo. Gwyneviere se acercó a él, todavía con Ranyah encima.
- Rhys, mi amor, ¿me muestras que tienes allí?
Rhys no contestó.
- No los dejaremos, ¿sabes? Llevará un tiempo acomodarnos, pero no dejaremos nada atrás -continuó hablando Gwyneviere.
- No quiero irme -soltó Rhys.
- Debemos hacerlo. No podemos quedarnos aquí -dijo Gwyneviere.
- ¿Quién te crees que eres? Ni siquiera sabemos tu nombre -dijo Rhys elevando el tono de su voz y volteándose para enfrentarla-. ¿Quién eres tú para decidir por nosotros? Yo quiero quedarme aquí.
Ranyah en sus brazos, se escondió entre su cabello al escuchar a su hermano gritar.
- ¡Rhys! -dijo Edra-. Tú no eres así. Compórtate. Estás asustando a Ranyah -las lágrimas asomaban en sus ojos.
Gwyneviere se acercó a él.
- Tienes razón, Rhys. Tu no sabes quien soy. Estás en todo tu derecho a cuestionarte si irte o no conmigo. No e