Gwyneviere regresaba de realizar un trabajo para Kim, de Emyrddrin. Ya era entrada la noche y se sentía cansada. Estaba por entrar a su casa cuando la oyó.
- Gwyn -dijo.
- ¿Qué sucede, Nimh? Estás cubierta de sangre.
Nimh todavía tenía manchas de sangre seca de Mordred sobre su piel.
- No es mía -dijo ella.
- Lo sé, puedo olerlo.
- No puedo seguir, Gwyn. Ya no -dijo, moviéndose lentamente hacia ella.
- ¿Qué ha pasado?
- No vengo a pedirte que me aceptes en tu vida. No es eso. Sólo quiero decirte que eres una gran persona y te admiro. Espero que puedas perdonar todo el mal que he causado.
Gwyneviere observó la daga que Nimh sostenía en una de sus manos.
- ¿Está Arabella aquí? -preguntó Nimh.
- No, todavía está con sus abuelos. ¿Qué estás por hacer Nimh?
- Perdóname, Gwyn. Todavía te amo. No te ocasionaré más problemas. Me siento muy cansada y ya no puedo continuar…
Nimh se acercó a