DOMINIK
Para ser franco, de verdad franco, nunca había tenido sexo con nadie de la forma en la que lo acababa de hacer en la vida, y sabía que eso era un problema. ¿Pasión? ¿Lealtad? ¿Cariño? ¿Afecto real? ¿Una mentira? Miles de cosas rondaban mi cabeza, pero por alguna razón todo eso se fue a la mierda apenas verla.
Ella dormía profundamente, como una soldado tras terminar una faena agotadora. Y vaya que nos habíamos divertido. Yo mismo estaba muy pegostoso y maloliente, pero no tenía ni las más mínimas ganas de ducharme.
El cuarto olía a sexo y una sonrisa boba pintó mis labios.
Espera, no. No podía sentirme así, no había venido a este lugar a encapricharme con nadie, mucho menos a tener un romance, pero era solo verla y que todo eso se fuera al carajo. ¿Por qué demonios me pasaba esto a mí?
Solté un fuerte suspiro y ladeé la cabeza. En algún momento entre la conveniencia y las ganas de fastidiarla se me metió entre ceja y ceja, y ahora parecía tener el mando de mi racionalidad.
¿A