Cap. 253: Una esposa fugitiva. Un abogado prohibido.
Cap. 63: Por todas nosotras.
Seis meses después.
Richard Crowe ya no era el abogado influyente ni el hombre arrogante que solía caminar con poder. Ahora, en la prisión, su nombre era sinónimo de desprecio. Las historias de su pasado —el abuso a su esposa, las manipulaciones, las humillaciones— circularon entre los internos como pólvora encendida.
Y en ese mundo de rejas, donde la ley se rige por otras reglas, su historial no pasó desapercibido. Fue marcado. No con tinta, sino con la condena silenciosa de quienes esperaban una oportunidad para devolver el dolor que alguna vez causó.
Una noche fue suficiente. Los barrotes no impidieron que lo encontraran. Lo arrinconaron. Lo tomaron. Lo usaron. Como él lo hizo antes.
Nadie acudió a sus gritos. Nadie detuvo el infierno que se desató. Los carceleros escuchaban, pero no intervenían. Tal vez porque sabían, como todos, que el karma a veces necesita un escenario cruel para presentarse.
Desde entonces, Richard no volvió a levantar la voz. Cam