Cap. 161: Epílogo.
Pasaron siete meses y medio en los cuales la vida de todos cambió por completo.
Logan ya no era un hombre que regresaba tarde del trabajo para evitar a una esposa que le habían impuesto. A una mujer que jamás amó.
Ahora lo que más anhelaba luego de las horas de trabajo era regresar junto a April a casa y ser un padre y esposo a tiempo completo. Desayunaba con los trillizos, los llevaba al jardín, discutía con ellos sobre dinosaurios, escuchaba sus cuentos eternos antes de dormir. Había aprendido a peinar a Sienna o al menos a intentarlo, a diferenciar los calcetines de Ethan y Dylan, y a armar castillos con almohadas que no resistían ni tres segundos.
April, por su parte, seguía siendo ese torbellino imparable. Trabajaba con él palmo a palmo, en la empresa, en casa, en la vida. Lo corregía cuando hablaba muy brusco con algún proveedor y lo abrazaba cuando necesitaba recordar que el amor también se cultiva con paciencia.
Y en medio de todo eso, el embarazo avanzaba. Esta vez distinto.