Cap. 137: Detalles que enamoran.
La sala de reuniones improvisada en el pabellón psiquiátrico no tenía ventanas. Las paredes, acolchadas y asfixiantes, eran parte del juego. Todo debía parecer real.
Richard Crowe cerró la carpeta de documentos y entrelazó las manos sobre la mesa. Megan, sentada frente a él, lucía un suéter gris demasiado grande, el cabello recogido con descuido y las uñas sin esmalte. A simple vista, parecía apagada.
Pero solo era actuación.
—Otra vez —ordenó él, con tono severo—. Desde el principio. ¿Cómo respondes si el fiscal te pregunta por qué atropellaste a April?
Megan bajó la mirada, respiró temblorosamente y murmuró:
—No era yo. No sabía lo que hacía. Escuchaba voces… voces que me decían que ella era el enemigo. Que debía quitarla del camino… para proteger a los niños.
—Haz una pausa más larga antes de decir “quitarla del camino” —la interrumpió Richard—. Debes parecer perturbada, no ensayada.
Megan tragó saliva. Su mirada se nubló un instante.
—¿Y si me quiebro de verdad? —susurró.
—Mejor a