Cap. 127: El jefe y sus antojos raros.
El ascensor se detuvo con un suave ding, y Marie salió casi de puntillas, con la espalda rígida y el estómago revuelto. Apretaba contra el pecho su bolso y una pequeña botella transparente con agua tibia y rodajas de limón flotando. Había leído que eso ayudaba con las náuseas matutinas… pero no estaba segura de sí era verdad o un placebo desesperado.
Atravesó la oficina sin mirar a nadie, evitando cualquier contacto visual. Sentía que tenía un enorme cartel colgado del cuello que decía: Estoy embarazada del jefe.
Se dejó caer en su silla, cerró los ojos un segundo y respiró hondo. El sabor ácido del limón le calmó apenas un poco la garganta.
Pero entonces, el caos comenzó.
—¡Marie! —la voz de Clara, una de las asistentes de administración, la sobresaltó.
Marie alzó la mirada. Clara venía a toda prisa, agitada, con el rostro desencajado y un cuaderno en la mano.
—¿Qué pasa?
—¡El jefe se volvió loco! —exclamó en voz baja, mirando alrededor para cerciorarse de que nadie escuchaba—. Está