Cap. 108: Solo quédate. Quédate conmigo…
Marie corrió. Las piernas le temblaban, pero no se detuvo. Se lanzó al pavimento sin pensar en el dolor de las rodillas, en el frío de la calle, en la sangre que ya manchaba el concreto.
—¡No, no, no! ¡April, por favor, no!
Sostuvo su rostro con las manos, temblando.
—¡Llamen una ambulancia! ¡Alguien que avise a Logan! ¡Ayúdenme!
El escolta gritaba por la radio. Una mujer sacó su teléfono. Un niño empezó a llorar a lo lejos. Y Marie… sólo podía mirar la palidez de April, su respiración apenas perceptible, la sangre que se extendía como tinta desde su sien.
—No te duermas… April, mírame. Soy yo. Marie. Estás bien. Vas a estar bien. Quédate conmigo. ¡Quédate!
En el apartamento, los niños reían en el salón, jugando con una cuerda improvisada como si nada pasara.
En la cocina, la cena estaba casi lista.
En la sala, Logan recibía una llamada.
—¿Sí? —dijo con calma al principio.
Y luego, se congeló.
—¿Qué?
El color abandonó su rostro. La copa que tenía en la mano cayó, estallando en el suel