Por la noche.
Amelie se encargó de que todo estuviese listo, revisó las mesas que colocaron los meseros en el jardín, las luces, la comida y el vino.
—¿Qué te parece, Orson?
Orson estaba a su lado, pero distraído, Amelie le miró con duda, tocó su hombro, el hombre volvió a la realidad, le dedicó una sonrisa.
—¿En dónde está tu mente, querido?
El hombre negó.
—Estoy bien, lo siento, todo es perfecto. Estoy seguro de que a Cory le encantará.
Bryce llegó, saludó a todos, pero Orson tenía un rostro severo al recordar las palabras del abuelo Blard.
Apartó a Bryce de ahí, lo llevó cerca de una puerta, lejos de Amelie y la abuela.
—¿Y ahora qué quieres, querido padre?
—Cállate —murmuró Orson, y lo obligó a hablar más bajo—. Escucha, te haré una oferta, la última oferta que te haré, pídeme el dinero que quieras, pero vete lejos de aquí, y no te cases con Cory.
Los ojos de Bryce le miraron incrédulos.
«Esta es mi mejor oferta, con ese dinero puedo irme lejos con Marbella a empezar u