Axel caminó hacia la salida de la mansión sin mirar atrás.
El sonido de sus pasos firmes sobre la piedra se mezclaba con el murmullo lejano del viento.
Apenas cruzó la gran puerta principal, Tyrone ya lo esperaba junto al auto negro, con la puerta trasera abierta.
Los otros vehículos de escolta se mantenían encendidos, alineados como soldados listos para partir.
Axel subió al asiento trasero con movimientos rápidos y decididos. Cerró la puerta con un leve golpe, como si al hacerlo también cerrara definitivamente el capítulo más amargo de su vida.
Se acomodó contra el respaldo, soltando un leve suspiro, y se llevó una mano al cabello, pasando los dedos entre los mechones oscuros en un gesto cargado de cansancio.
Tyrone se acomodó en el asiento del conductor, echando una breve mirada al espejo retrovisor antes de hablar.
—¿Y ahora, señor? —preguntó con respeto—. ¿A dónde vamos?
Axel mantuvo el silencio por unos segundos, mirando por la ventana cómo la mansión se alejaba lentamente mient