Axel bajó la mirada solo un segundo, apenas una chispa de vacilación. Pero en ese instante supe que no me lo diría todo.
—No deberías llenarte la cabeza con cosas que no entiendes —dijo finalmente, con una calma que me heló la piel—. Diana es solo una niña. Imagina cosas. Confunde recuerdos.
Sentí que me clavaban agujas en el pecho.
—No, Axel. Esto no fue una fantasía. Lo dijo con claridad. Dijo que lloraba mucho… que ese hombre era su tío. ¿Por qué nunca me hablaste de él? ¿Quién es?
Él inspiró hondo, cruzó los brazos sobre el pecho.
—No es alguien que debamos mencionar —respondió con sequedad—. No tiene nada que ver con nuestra vida ahora.
Mi incredulidad fue tan fuerte que tuve que dar un paso atrás.
—¿Nada que ver? ¿Y por qué lloraba yo con él? ¿Por qué Diana lo llama “el hombre malo”? ¡No es una invención de ella! ¡Es parte de mi vida que tú decidiste borrar!
—¡Porque no era bueno para ti! —estalló entonces, alzando la voz por primera vez. Sus ojos se endurecieron como piedras—.