Mike se apoyó contra el marco de la puerta de la oficina de Stella en la fábrica, observándola mientras revisaba unos bocetos de los nuevos diseños de muebles. Había algo en la forma en que su rostro se iluminaba al concentrarse, cómo su confianza había crecido en las últimas semanas, que lo llenaba de orgullo.

—Mira quién se ha convertido en toda una líder —advirtió, con una sonrisa que no podía disimular.

Stella levantó la vista, sorprendida, pero al verlo ahí, no pudo evitar sonreír también.

—Solo estoy haciendo lo que debía haber hecho hace tiempo, Mike.

Él cruzó la habitación y se inclinó sobre la mesa, observando los bocetos con atención.

—Y lo estás haciendo increíblemente bien. —Se acercó hasta que su rostro quedó a solo unos centímetros del de Stella. Su mirada era intensa y sincera—. Estoy orgulloso de ti, Stella.

Ella sintió cómo el calor subía a sus mejillas. Sus palabras, cargadas de ternura y admiración, hicieron que su corazón se acelerara.

—Gracias, Mike. Lo hago por m