Mike estaba en el pasillo del hospital, sumido en una maraña de pensamientos confusos, cuando un dolor de cabeza intenso lo sorprendió, haciéndolo tambalear. Casi le impedía pensar con claridad, pero, a pesar del dolor, algunos recuerdos comenzaron a aflorar en su mente con fuerza. Recordaba momentos con Stella: su timidez encantadora, las noches en que dormían juntos, los camisones anticuados que ella usaba y cómo su relación había florecido en algo profundo y sincero. Ahora entendía cómo, sin darse cuenta, se había ido enamorando de ella. Pero, de alguna manera, la imagen de Evangeline seguía allí, como una sombra persistente.

El dolor en su cabeza crecía, obligándolo a detenerse. Las memorias llegaban de forma abrumadora y fragmentada. Sabía que lo que había vivido con Stella era real y que ella había sido una constante en sus días, pero Evangeline aún rondaba sus pensamientos. Recordaba el compromiso que alguna vez tuvo con ella, la promesa de un futuro juntos, pero algo más fuert