Capítulo 45

No puedo morir aún doctor. Todavía no. Tengo cosas que hacer. Después de todo, tendré una vida entera en la que morir (El Juego del Ángel, Carlos Ruiz Zafón)

—Te quería preguntar sobre eso—señala hacia su cuerpo con la barbilla cuadrada y fuerte.

Adara se hace la tonta y ladea la cabeza con una pregunta silenciosa.

—Sé más específico. ¿Qué es "eso"?

—Ejem—carrraspea—. Sobre tus heridas…esos moretones que tienes en tu…

La paraguaya sube una mano frente a ella, callando a Alexei de inmediato.

—No te molestes. No pasa nada y no me siento cómoda hablando de algo así.

—Soy tu esposo, tengo derecho de saber sobre tu cuerpo.

Adara suelta una carcajada sarcástica.

—¿Ahora te pones en el papel de esposo?—toma su copa—. Somos marido y mujer solo en documentos. No lo olvides, Romanov.

Para consternación de la pelinegra, Alexei sonrió como el gato en el país de las maravillas.

—No sé de dónde sacaste esta personalidad nueva pero, debes saber que lo único que haces es encenderme como una moto—Ada
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