Kalid gira lentamente, con una sonrisa ladeada.
—Siempre es un placer ver a la familia, pequeño hermano —responde, enfatizando la última palabra con intención.
Hades bufó, dando un paso adelante mientras sus feromonas comenzaban a impregnar el aire. La presión invisible que emanaba de él se extendió como una ola sofocante, pero Kalid no retrocedió. Su sonrisa se volvió desafiante, un claro "a ver qué tienes".
—Sabes perfectamente que no quiero que juegues con los amigos de mi mujer, Kalid. Leila no es alguien con quien puedas divertirte y desechar como haces con las demás.
Kalid arquea una ceja, alzando una mano en una señal de falsa inocencia.
—Oh, Hades, siempre tan sobreprotector. Leila es una mujer adulta. ¿No crees que deberías dejarla decidir por sí misma? Además, solo vengo en calidad de amigo. Así que deja el show.
Antes de que Hades pudiera replicar, la presión en el aire se intensificó.
Ambos hermanos estaban atrapados en una lucha silenciosa de feromonas, sus naturalezas al