Por Alberto
- ¿No me vas a apoyar?
Le pregunté a mi madre, sin querer escuchar sus palabras.
-Estoy acá, tal vez para convencerte que no valía la pena dejar todo por una mujer que sin dudas es tu amante, pero ahora que la conocí…
Ednita Hernández de Prondell, mi madre, era una mujer que siempre veía más allá y no se equivocaba, era quién acompañó a mi padre en cada decisión y juntos fueron prosperando hasta que nuestra empresa principal estuvo posicionada como la mejor en su categoría.
Era sabia, pero yo no quería escuchar sus razones.
Mis motivos son poderosos, amo a Alice y no quería perder mi posición como empresario.
-Es muy joven, está enamorada de vos, cree en vos, si algún día se entera, ese año se va a convertir en lo más doloroso de su vida.
-No, si se entera, ella va a aceptar todo.
Si es tan íntegra, como aparenta ser, y te ama tanto como creés, la vas a destruir por completo, porque no va a perdonarte, aunque tampoco pueda olvidarte.
Un frío intenso recorrió mi espalda, sin