Jesse estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no sintió la puerta del baño abrirse, tampoco cuando alguien ingresó a su ducha.
Sólo despertó cuando noto una sombra mucho más alta y ancha que la suya en la pared de cerámica.
- A…- estaba tartamudeando.- ¿ Tú?- se cubrió sin pensarlo mucho.
- ¿ No me escuchaste cuando entré?- se aguantó la risa Ariel.
- ¡ No!- sentía el corazón en la cabeza.- ¿ Por qué no esperaste que desocupara la ducha?
- Es más divertido bañarse acompañado.- le abrazó coqueto.-
- ¿ Divertido?- pestañeo perpleja.
- Puedo ayudarte a lavar tu espalda y tú la mía.-
- No le veo lo divertido.- su voz se escuchaba molesta.
- Tienes que hacerte responsable, mira.- le dio la espalda para mostrarle las marcas de sus u&nt