‘Es evidente que la falta de respeto abunda por aquí.’ Me digo mentalmente.

Alondra se ríe mientras corre y mi hijo aplaude ante lo loca que debo parecer por estar lanzando cosas a la puerta donde ya no hay alguien.

— Sin duda, me gusta más cuando no decía todo lo que se le ocurría en su loca mente. — digo con molestia.

— Eva, ya estoy listo… — dice Arnold y su oración no termina porque su vista se concentra en algo que se encuentra en mis manos.

Por lo que, rápidamente me tensiono al saber que ha visto.

‘Maldita seas, Alondra.’ Me digo mentalmente.

— Esposa, calma, solo es una cena, no intentes aprovecharte de mí. — dice él colocando sus brazos cruzados por encima de su pecho como si estuviera a punto de abusar de él.

— ¡¿También vas a estar con tus estupideces?! — pregunto con mol