Los doctores comienzan el procedimiento y yo imploro que mi hijo se encuentre bien, ahora mi única prioridad es mi hijo, por lo que, cuando comienzan con la cirugía que puedo ver gracias al brillo de las lámparas, coloco mi mano en mi vientre y pido a mi hijo que salga sin problemas, que yo estoy para protegerlo.
No sé cómo voy a lograrlo cuando la sociedad es un maldito asco, pero, me esforzaré por cuidar a mi hijo incluso de su propio padre que sigue siendo un completo idiota. Así que, acaricio mi vientre hasta que los doctores hacen que mis brazos queden en el lugar que ellos consideran que debo tener.— No se preocupe, todo está saliendo bien, van a sentirse mejor. — dice la mujer que revisa mis signos vitales.— Mi bebé debe estar bien, necesito que lo esté o no habré hecho un buen trabajo cuidando a mi hijo.— Hizo un buen trabajo, no se preocupe. — di