Volver a casa me deprimió, me quedé tirada en el sillón durante mucho tiempo viendo televisión día y noche, sin comer nada. A veces me bañaba, a veces me lavaba los dientes, a veces vivía... Me sentí apenada del horrible final que tendrían mis últimos días sobre esta tierra pero aún así no hice mucho por cambiar, Alexander había puesto vigilancia en la casa, sabía que de tener la oportunidad me iría sin pensarlo.
Un día en medio de una siesta lo escuché hablando con alguien sobre la vez que estando ebria lo corte en el brazo con un cuchillo de mantequilla... Fue accidental pero la verdad es que luego de la traición me transforme en un monstruo, todos los días eran violencia, gritos y maltratos; él durante un tiempo trato de recuperar lo que habíamos perdido a pesar de mi inestabilidad pero después de un tiempo se dio por vencido y se volvió indiferente. Un día seguro harto de mi desdén me obligó a bañarme y a ponerme un vestido color crema bastante exuberante, acepté sin más porque no tenía fuerza para discutir. Estaba cansada, me peiné, me maquillé y me vestí. Luego fui a la sala, Alexander me ofreció Whiskey en las rocas arguyendo que necesitaba un trago para procesar. —Tu mamá está en problemas—comentó. —¿Qué le hiciste?—inquirí asustada. —Nada—dijo viéndome con cara de pocos amigos—pero tu padrastro la metió en una deuda horrible. —Que mal, creí que lo iba a dejar—comenté entristecida. —Me pidió que le ayudará. —Ah bueno—dije—¿Y eso a mí qué? —Que no sé si quiero ayudar a la madre de mi esposa malévola. —Pues no la ayudes, es vieja y ya es responsable de sus propios actos... Además deberías hacerlo más por Tamyria que por mí, después de todo mi madre siempre se llevó mejor con ella que conmigo. —Creí que harías algo para convencerme—me reí—qué me darías algo valioso. —¿Algo cómo qué?, ¿te pago en especies con mi cuerpo? —¿Crees que eso es valioso?—agache la vista, tenía muchos traumas al respecto. —No... Claro que no—murmuré apenas—es un cuerpo ultrajado, sé que no tiene ningún valor—me puse de pie y me retiré de ahí, el trago comenzaba a nublarme la mente, me estaba poniendo sentimental. Me senté al borde de la piscina y metí mis pies adentro, mientras lágrimas calientes de rabia y desprecio se deslizaban por mis mejillas. Escuché los pasos de Alexander acercarse y noté que se sentaba a la par mía. Se quedo en silencio unos momentos y luego comentó: —No me refería a eso... Hablaba de un voto de confianza, quizás podríamos solucionar las cosas. —Una vez me dijiste que nunca me ibas a perdonar todo el daño que te había hecho... Que te había arruinado la vida, que tenias problemas de insomnio, ansiedad y estrés postraumatico, que estabas yendo a consulta psicológica y ahora resulta que según tú esto tiene solución... Créeme que no la hay. Nos hicimos m****a, si quieres que me acueste contigo para ayudar a mi mamá está bien pero no voy a arreglar este matrimonio infeliz, no hay cómo. —Sigo añorando los días en que estábamos recién casados y a la chica que eras, sueño con que algún día vuelva... —No pasará. Te odio Alexander. Él me tomó del cuello, y se subió sobre mí, comenzando a besarme con ira. «¿Lo harás entonces?, ¿ahora eres solo una puta?, ¿una esclava sexual qué usa su cuerpo para pagar?» asentí en silencio. Rompió mi vestido y mi ropa interior... Así que para eso la había comprado, que tontera. Separo mis piernas, pensé en empujarlo a la piscina pero no fui capaz. Sin embargo el susurro a mí oído: —¿Puedo?—y yo asentí. Se colocó en mi entrada y la hundió con furia sin embargo mi cuerpo no lo soportó, aunque estaba lubricada la fuerza de la embestida y el tamaño de su miembro me lastimaron, llevábamos mucho sin estar juntos, él lo notó de inmediato y salió, yo tenía los ojos aguados. —¿Estás bien?—preguntó, a pesar de ser un maldito infiel era alguien amable. —Me dolió—contesté avergonzada. —Lo sé, pero apenas iba a empezar. —Es que fue muy duro. —Antes lo hacía así y te encantaba—bajé la mirada. —Si pero no estaba preparada. —No eres buena para pagar con las nalgas, te falta calle para ser una puta. —No me falta calle, ridículo... Simplemente mi cuerpo no estaba preparado. —Estabas húmeda... Y dijiste que sí. —Se me había olvidado que era tan grande—el aparto la vista y me sonrojé exageradamente. Que vergüenza. —A la larga te acostumbras. Me fui a comer un cereal luego del polvo fallido, pensé que me iba a maltratar y obligar a estar con él sin embargo no lo hizo, luego me dijo que ya le había transferido a mi mamá le agradecí con una sonrisa y él solo comentó: «luego me pagas», volteé los ojos y lo ignoré. Iba a irme a descansar cuando lo escuché hablando por teléfono, no pude evitar espiarlo pues mi sentido del chisme era fuerte y descarado. —No creo que me separé aún—escuché que decía, que necio que es. —Deberías—la voz de mi madre sonó del otro lado del teléfono, me asusté. —¿Por? —Te está siendo infiel, Alex—mi corazón se aceleró, eso no era cierto yo nunca había engañado a Alexander a pesar de todo—con varios tipos. —No creo, es una loca pero dudo que se meta con alguien más. —Recuerda todo el daño que te ha hecho, mereces a alguien mejor. —Es mi problema, no el suyo, debería estar feliz de que pague su deuda gratis debido a la insistencia de su hija Sara... No debería llamarme para estas cosas, hablaré con ella pero me parece deshonesto. —Alex... De verdad mereces a alguien mejor. —No le incumbe. —Sara es como una lata expedida—sentí mucho dolor en el pecho, cómo podía decir eso—ya venció, ¿entiendes? —No, la verdad es que me sorprende lo mal que habla de ella. —Sara ya no sirve, está agonizando... En cualquier momento cae muerta como un perro envenenado. —¿Qué? —Tiene una enfermedad degenerativa, le dieron tres años y ya los sobrepasó, ¿de verdad quieres estar con una esposa loca y que pronto estará en cuidados paliativos?