VI

Alexander se molesto con mi mamá y le colgó, luego levantó la vista para toparse conmigo y frunciendo el ceño preguntó:

—¿Algo de esto es verdad?

—Absolutamente no.

—¿Segura?, ¿la infidelidad?... Si me engañaste nos divorciaremos de inmediato, no importa si me pides compensación económica para vivir con tu amante—pensé en mentirle para que me dejará en paz pero no me atreví, yo no estaba a su nivel.

—No, nunca... Eres la única persona con la que he tenido relaciones sexuales con consentimiento—la tristeza se reflejo en sus ojos, había una parte de él que aún me apreciaba o por lo menos le daba lástima.

—Sara yo...

—Tranquilo, no es tu culpa.

—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas, acaso fuiste tú el que me violento? No verdad, no tienes responsabilidad alguna.

—Pero ahora, estaba molesto cuando te penetre y te hice daño, quería cogerte fuerte pero no... No quería que te sintieras mal. Tampoco cuando dije que si tu cuerpo era algo valioso porque si lo es pero me refería a algo menos mundano.

—Le das muchas vueltas pero gracias por ser tan considerado conmigo, si no me engañaras con mi hermana creería que me quieres—el volteó los ojos.

—Loca de atar.

En esos días Arnoldo, Shalom y Rinida (mis amigos de los voluntariados) me escribieron que iban a estar por mi ciudad, quise invitarlos a mi casa así que atemorizada lo consulté con Alexander a lo que él para mi sorpresa accedió de buena manera. Lo cual me sorprendió, pues según mis conocimientos, los maridos infieles solían ser bastante ortivas.

Alexander solo había cuestionado lo de la infidelidad demostrando que si sabia lo de mi enfermedad lo cual era evidente, pero una parte de mí aún después de tantos años esperaba que fuera una mentira sin embargo los mensajes de mi hermana y el no cuestionar las crueles palabras de mi madre hicieron que reafirmara lo que ya sabía. Ella por su parte seguramente actuaba así por miedo a perder a su adinerado yerno, que él cambiará de opinión de la boda con Tamyria mientras yo estaba enferma en el hospital o muerta.

Mis amigos llegaron, con sus aspectos exóticos: Shalom traía dreads hasta la cintura y los otros dos el cabello decolorado y teñido de aguamarina, conjunto a sus ropajes coloridos de siempre no pudieron evitar sorprenderse de la casa en la que vivía, por su parte Alexander no cuestionó sus aspectos pero si se alarmó un poco.

Durante la tarde los invité a nadar en la piscina, les preparé almuerzo, postre y bocadillos. Ellos parecían encantados con mi buen trato, yo también estaba feliz de que estuviera allí pues desde que había regresado no la había pasado tan bien como quisiera. Ya al anochecer nos pusimos a beber pues todos éramos medio alcohólicos en secreto.

—¿Entonces cómo se conocieron?—preguntó Shalom con curiosidad.

—En la secundaria—contestó Alexander tranquilamente.

—¿Ah si, cómo pasó?, ¿acaso Sara le echó el ojo al tipo rico del colegio?—dijo ella, riendo.

—No, en ese momento yo solo era un pobre becado y ella provenía de una buena familia.

—¿Qué fue lo que te gustó de Sarita?—intervino Arnoldo tan chismoso y filosófico como siempre.

—Fue la única persona que me trató bien en esos años, cuando no tenía nada, solía prepararme comida llevarme postres y golosinas, me defendía de quienes me intentaban humillar... Aunque la primera vez que la invité a salir me dijo que no porque iba a ir de fiesta. Era muy linda físicamente y también como persona.

—¿Y qué le pasó?—comentó Shalom riéndose, yo bajé la vista avergonzada.

—Sigue siendo genial—comentó Rinida—por si no lo notaste.

Continuamos bebiendo un rato, aunque no pude evitar comenzar a sentirme mal, noté que Alexander iba a algún lado y Shalom lo seguía por lo que me puse de pie para espiarlos. Los escuché conversar desde el rellano de la puerta:

—Sara me contó que ustedes no estaban muy bien en ya sabes qué, si quieres te puedo ayudar con eso—sentí un terrible malestar en el estómago.

—Ah... No tengo problemas de ese tipo, es algo emocional.

—Igual te puedo ayudar—percibí su tono meloso y no pude evitar molestarme.

—Estoy casado—le contestó molesto—con tu buena amiga Sara... Quién te invitó a su casa y ha sido una excelente anfitriona, no merece que le pagues así.

—¿Y tú... Mereces lo que ella te ha hecho?

—No te metas en lo que no te concierne.

Escuché sus pasos alejándose, salí corriendo tras él ignorando a la estúpida de Shalom. Estaba en la habitación recostado en la cama, no pude evitar admirar su hermoso cuerpo trabajado por tantos años de gym y bendecido por la genética.

—¿Qué quieres?—dijo mirándome seriamente—me ves como si nunca me hubieras visto sin nada—se carcajeo.

—Escuché tu conversación con mi amiga...

—No deberías llamarla amiga—me acerqué a él y coloque mis manos sobre sus hombros, él me miró extrañado.

—¿Ya quieres hacerlo?—preguntó juguetón—porque sino mantén un poco más la distancia, estoy ebrio y con la líbido muy alta.

—¿Te pusiste por lo que te dijo ella?

—No, nosotros hemos tenido varios acercamientos últimamente y llevamos años sin tener nada, realmente tengo mucho deseo reprimido... De ti.

—¿Qué te pasa?

—Que quiero follarte—dijo colocando su mano en mi rostro—por favor.

En ese estado no pude evitar besarlo, lento y cadencioso, también lo deseaba... Eran muchos años de celibato para un cuerpo tan joven sin embargo luego me detuve, me aparté recordando los mensajes de Tamyria. Me dejé caer en la cama, y él se acostó a mi lado, rápidamente se quedó dormido. De repente su celular vibró, no pude evitar espiarlo de nuevo. «Doña Irene», no entendí porque mi madre le escribiría:

«Falsifique la firma de Sara para pedir un préstamo... Ahora ella tiene una enorme deuda, te suplico encarecidamente que la ayudes, pues merece ser feliz en sus últimos días. Quizás puedas llevarla de viaje antes de que expire. Tamy ya planea que vestido de boda comprar querido yerno».

Se me llenó el corazón de rabia y dolor sin embargo en ese estado no pude más que quedarme dormida mientras lloraba desesperada.

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