A la mañana siguiente, abrí mi correo sin demasiadas expectativas, pero ahí estaba: una respuesta de Firenze. Mi corazón dio un pequeño brinco al leer su nombre en el remitente. Su mensaje era breve, cordial y acompañado por un enlace a su portafolio artístico.
"Tony, qué sorpresa recibir tu mensaje. Muchas gracias por tus palabras. Me alegra saber que te acuerdas de mí y que pudiste ver mi trabajo. Aquí te dejo el enlace a mi portafolio por si quieres conocer más sobre lo que hago. Espero que todo esté bien contigo. Firenze."
Era un mensaje sencillo, sin más pretensiones que la cortesía, pero su efecto fue inmediato. Abrí el enlace y pasé horas explorando sus obras. Sus acuarelas transmitían una sensibilidad que reconocí de inmediato, como si cada pincelada hablara de los sueños y emociones que alguna vez compartimos.
—Buenos días, hermano. ¿Qué te hace tan feliz? —preguntó Kelly, sorprendiéndome mientras yo estaba absorto en la pantalla.
—Una amiga a la que no veía hace años está e