En el pasillo, Isabella clavó las uñas en sus palmas y regresó furiosa a su habitación, donde empezó a llamar frenéticamente a Marisela.
Pero sin importar cuántas veces marcara, solo escuchaba la voz automática, y sus mensajes quedaban sin respuesta. Estaba a punto de enloquecer de rabia.
En el dormitorio principal...
Lorenzo se duchó con expresión sombría y volvió a llamar a Aurelio para preguntar si había algún avance. Al recibir la misma respuesta negativa, arrojó el teléfono con frustración.
Tumbado en la cama con los ojos abiertos, sabía que no podría dormir. Ella se había ido ayer, y esta era ya la segunda noche.
Solo pensar que Marisela podría estar durmiendo con ese hombre despreciable, o besándose, o...
Sentía que su cabeza iba a estallar, la ira consumía por completo su razón.
En la habitación contigua, Isabella tampoco dormía. Poco después escuchó ruidos de objetos rompiéndose, lo que la aterrorizó tanto que no se atrevió a salir.
Con Marisela fuera, técnicamente era su opor