—No vayas, ¿no es como si le estuvieras rogando? Siendo yo la hija de los Bustamante, ¿tengo que rebajarme tanto? Yo también tengo dignidad y orgullo.
Era demasiado jodidamente vergonzoso. Que su mamá fuera a pedirle a Daniel que la acompañara en el baile de apertura, simplemente no podía soportar esa humillación.
Jalando a su madre para que no fuera, Celeste echó un vistazo a la multitud. Había varios hombres jóvenes acercándose hacia ella.
Pero todos esos hombres eran muy feos, no le gustaban. Además, el preludio ya casi terminaba, así que Celeste dijo:
—Voy a buscar a Ulises.
—¿Para qué vas a pedirle a tu hermano que baile contigo el baile de apertura? —Leonora no estaba de acuerdo.
—¿Qué tiene de malo Ulises? Ulises no es que no pueda —dijo Celeste.
—En fin, no se te ocurra ir a buscar a Daniel, no puedo perder la cara de esa manera —resopló.
Leonora se sintió impotente. Viendo a su hija tan terca, no tenía más remedio. Al ver a los caballeros que se acercaban, dijo:
—Si no buscas