—Ve tú, yo realmente no voy a ir —dijo Marisela.
Celeste la observó y, recordando que había dicho estar muy cansada y que además había traído trabajo a casa, salió en su defensa:
—¿Acaso alguien en la empresa te está molestando? ¿Te están haciendo hacer trabajo extra otra vez?
Marisela negó con la cabeza. —Ahora soy jefa de grupo interina, nadie me molesta.
—Pero si los miembros del grupo no te obedecen, tú sigues teniendo que arreglar los desastres, incluso has traído trabajo a casa —comentó Celeste.
—¿Cómo puede estar tan ocupada una jefa de grupo interina, y más en una empresa tan pequeña? No puede ser, tengo que hablar con Matías para decirle cómo está manejando su papel de jefe.
Al escuchar esto, Marisela se apresuró a detenerla, explicando que solo era su comportamiento personal y que no tenía nada que ver con la empresa ni con los jefes.
En realidad, ella tampoco tenía trabajo extra; esto no era más que una excusa para no ir a cenar con Celeste y Ulises.
—¿Por qué te esfuerzas t