Marisela pensó: Obviamente era simple curiosidad.
Podía comprenderlo, ya que las personas implicadas eran Ulises y Matías, quienes no eran individuos ordinarios.
Si se tratara de cualquier otro empleado común, Manuel probablemente no habría hecho preguntas.
Marisela se dispuso a marcharse. Manuel la observó, meditó brevemente y añadió:
—No hay necesidad de que por una experiencia negativa tengas temor durante una década. Existen muchos hombres, y además tus cualidades son excelentes.
—Incluso el señor Bustamante y Matías han sucumbido a tu encanto, deberías tener confianza en tu atractivo.
Al oír esto, Marisela experimentó una sensación de nerviosismo extremo.
—Tampoco voy a sugerirte presentaciones. Si ni siquiera consideras a alguien del calibre del señor Bustamante, mis recomendaciones serían aún menos atractivas para ti. Sin embargo, en términos generales, deseo que puedas alcanzar la felicidad otra vez —concluyó Manuel.
Marisela hizo una leve reverencia de agradecimiento, menciona