Celeste escuchó la voz familiar, y antes de levantar la cabeza, una mano se extendió ante ella.
Se detuvo por un momento, siguió mirando hacia arriba y se encontró con ese rostro apuesto y frío.
Honestamente se sorprendió bastante. ¿No debería Daniel estar en contra de ella por Isabella? ¿Por qué saldría a ayudarla?
Esa mano amistosa se extendía, pero ella no planeaba aceptar la ayuda, insistía en levantarse sola.
—Ahora no es momento de ser testaruda —la voz del hombre sonó de nuevo, sin ninguna emoción.
Celeste se sintió sin opciones.
Así que extendió su mano, se apoyó en esa palma ancha, grande y fuerte, y luego fue levantada con facilidad por una fuerza considerable.
Celeste, con el tobillo torcido e inestable, tambaleó dos pasos. Daniel al ver la situación cambió de tomar su mano a sostenerla.
Celeste se aferró a su brazo, y su primera impresión fue: "Qué estable, este hombre definitivamente ha entrenado, tiene un centro muy fuerte."
—Gracias —le agradeció con cierta incomodidad.