—Pero Matías, originalmente yo planeaba recoger a Marisela y quedarme directamente en su casa. Si es por máxima seguridad, entonces sigamos con el plan original —dijo Celeste.
—Ustedes dos mujeres no serían rivales para el asesino, si realmente se encuentran con él, es posible que ambas salgan heridas —Matías expresó su preocupación.
—No hay problema, mi auto tiene muy buenas características de seguridad, además cuando nos bajemos ¿no hay guardaespaldas en secreto? Por más rápido que actúe el asesino, no puede aparecer en un segundo, ¿verdad? —dijo Celeste.
—Además, después de este incidente, los guardaespaldas definitivamente no se alejarán mucho de nosotras, así que tranquilo.
Matías al escuchar esto, quería decir algo más, pero Marisela habló:
—Gracias por preocuparte, Matías. Mi situación no debería ser tan peligrosa como antes. Los documentos ya están firmados, los Acosta ya dieron su garantía. Si aún se siente muy peligroso, entonces tal vez no me quede en el país.
Matías al escu