—No hace falta, cancelé mi agenda —al escuchar esto, Aurelio comenzó a escribir un mensaje para que vinieran a recogerlos, mientras Lorenzo continuó hablando con el mayordomo:
—Aunque ahora hable bonito, ¿qué tal si después usa esto para chantajearme?
El mayordomo reflexionó por dos segundos antes de responder:
—Señor, hay algo que tal vez no le guste escuchar.
—Isabella realmente lo ama mucho, pero ahora sigue siendo la señorita de los Acosta, con un patrimonio y trasfondo que no le queda nada atrás a nosotros los Cárdenas.
—Entonces, ¿por qué no tomar directamente la ruta del matrimonio arreglado? Ambas familias estarían encantadas de aceptar, el señor Acosta no tiene necesidad de presionarlo.
Lorenzo se sintió impotente.
—Pero yo no la amo, y jamás me casaría con ella, por eso Daniel me presiona —dijo Lorenzo con frialdad.
¿Y qué si Isabella había dado el salto y se había convertido en la heredera de una familia adinerada? ¿Acaso eso lo haría enamorarse de ella?
Admitía que en el pa