Sin embargo, esto era en el país, y disparar era el último recurso —no quería ser buscado por la policía toda su vida.
Además, el esposo de esta mujer no era nada simple, tenía dinero y poder, lo que complicaba las cosas para actuar. De lo contrario, el empleador no habría ofrecido un precio tan alto.
Ya de por sí era difícil actuar con libertad, pero encima la mujer tenía una conciencia de prevención bastante alta.
Al mismo tiempo tenía muy mala suerte: el complejo residencial donde vivía la mujer había comenzado recientemente con medidas de seguridad estrictas. Los visitantes externos debían ser acompañados por residentes, además de registrar su rostro.
Ella se transportaba únicamente en transporte público, ni siquiera tomaba taxis.
El hombre se esforzó por reprimir su impaciencia e irritación, como una hiena, siguiéndola sigilosamente de esta manera siniestra.
Calculando el tiempo y contando las botellas vacías en la mesa, ya debería ir al baño, ¿no?
Esta era la oportunidad.
No tuvo