El secretario realmente estaba empapado en sudor, buscando desesperadamente en los correos si había nueva evidencia que pudiera probar la "inocencia" de la señorita Fuentes.
Del otro lado del teléfono.
Daniel no volvió a hablar, porque básicamente ya había aceptado la realidad—
su hermana era una "amante" despreciada por todos, ella era la parte culpable.
En su mente apareció la imagen de ella con esa actitud cautelosa y cuidadosa, tímida y asustadiza, que ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos...
Daniel realmente no podía imaginar cómo una chica tan tranquila y reservada podría hacer algo así, algo tan escandaloso.
Se frotó las sienes con la mano derecha, Daniel se sentía un poco agotado y cansado mentalmente.
Claramente hacía poco había encontrado a su hermana, pero en este momento no sentía ni una pizca de alegría.
Esto definitivamente no se lo podía contar a sus padres, y además acababa de encontrar a Isabella, aún no había compensado estos veinte años de ausencia, mucho menos