—Reservé en un restaurante que tiene varios años, no sé si te guste —dijo Daniel buscando conversación.
—Está bien, no soy muy exigente con la comida —dijo Isabella en voz baja.
Daniel con el rabillo del ojo vio el asiento del copiloto, la chica estaba sentada muy derecha, con las manos entrelazadas frente a ella, era una postura tensa y cohibida.
Y que no le permitiera ir a recogerla a su empresa, sino que eligiera un lugar, representaba que todavía no confiaba en él.
Daniel suspiró ligeramente en su corazón.
Tenía que ir despacio, no podía apresurarse demasiado.
Cuando llegaron al lugar, los dos se bajaron del auto, y un mesero los guió hacia adentro.
La decoración del restaurante era completamente de estilo clásico, llena de elegancia, Isabella no pudo evitar mirarlo un par de veces más.
Era un restaurante de lujo, se podía ver por los clientes que entraban y salían.
Todos vestían de manera distinguida, solo los relojes que llevaban, de los que ella pudo ver, ninguno costaba menos d