—Pon gente a vigilarlo dentro de la prisión preventiva. El trabajo se lo vamos devolviendo poco a poco, pero no es más que cambiar de lugar para dormir y trabajar.
Al escuchar esto, el mayordomo no tuvo más remedio que desistir. Después de aceptar, preguntó de nuevo:
—¿Y qué hay de las intervenciones telefónicas? ¿Continuamos ejecutándolas?
—Sí, continúa —dijo Eduardo.
Si Lorenzo realmente había cambiado y se había reformado, aún estaba por verse, así que las intervenciones telefónicas eran una precaución necesaria.
El mayordomo fue a ejecutar las órdenes en secreto, y en ese momento, en el departamento de mercadeo del Grupo Cárdenas.
Leonel miró las fotos que le habían enviado a su teléfono, y sus labios se curvaron en una sonrisa silenciosa.
Ahora tenía evidencia completa: Lorenzo había salido del hospital y había entrado a la prisión preventiva.
Ordenó que continuaran vigilando, porque aún no habían averiguado la razón por la que Lorenzo había entrado.
Aunque fuera por asesinato o i