Él no tenía nada que decir, nada que rebatir, solo podía bajar la cabeza y aceptar la culpa.
—En todos estos años, ¿la gastritis de Lorenzo no se ha tratado bien? Aunque se dice que es una enfermedad menor, esta vez hasta tuvo que hospitalizarse, realmente es preocupante —Ximena cambió de tema, dirigiendo el foco hacia la gastritis.
Viéndola fruncir el ceño, llena de preocupación y cuidado, como si Lorenzo fuera su propio hijo, Eduardo no mostró expresión alguna en el rostro.
Esta mujer no era común y corriente. Tenía inteligencia emocional, sabía hablar, y además sabía actuar.
Cómo había muerto la madre de Lorenzo, claramente ella también era una de las culpables, incluso se podría decir que era la principal responsable, pero no tenía ni una pizca de remordimiento.
—Papá, ¿en qué hospital está Lorenzo? Haré una sopa nutritiva para llevársela y cuidarlo —dijo Ximena otra vez.
—Sé que Lorenzo no me quiere, pero solo quiero mostrar mi buena voluntad —su expresión era triste, con algo de