—Papá, fui yo quien pidió que transfirieran a Leonel al departamento de mercadeo. Los jóvenes deben sufrir un poco primero, no pueden disfrutar desde el principio o desarrollarán un carácter arrogante.
Eduardo le dirigió una mirada. Él no había dicho nada aún, pero el otro ya se estaba confesando.
—Abuelo, mi padre hizo esto pensando en mí. Por favor no lo culpe. Si va contra las reglas de la empresa, puedo regresar al departamento de control de calidad —siguió Leonel con tono sincero.
—En realidad para mí da igual dónde esté. Mientras sea trabajo, siempre puedo aprender algo, y también agradezco mucho la oportunidad que me da el abuelo de entrenarme en la sede central.
Al escuchar estas palabras, Eduardo guardó silencio por dos segundos, y finalmente dijo:
—Entonces quédate en el departamento de mercadeo por ahora.
—Gracias, abuelo. Me esforzaré el doble para no decepcionar sus expectativas —dijo Leonel sonriendo.
La mesa volvió a quedar en silencio, los cuatro comiendo cada uno por s