No se atrevía a dejar ni la más mínima huella dactilar en su teléfono, porque realmente había personas con obsesiones de limpieza muy severas, ¿y si él también las tenía?
Y además, ella sentía que era un gesto de cortesía, representando que tenía sentido de los límites, no sabía por qué al hacerlo había sido malinterpretada...
—Sin que hayan ocurrido ciertas cosas específicas, ¿por qué te encontraría repugnante? —dijo Ulises.
Así que estas eran todas excusas que Marisela había inventado porque lo encontraba repugnante.
Realmente molesto, ¿acaso no se había bañado y olía mal? ¿O estaba desaliñado y se veía asqueroso?
—...Algunas personas tienen obsesiones de limpieza, no les gusta que otros toquen sus cosas —respondió Marisela del otro lado.
—No me preguntaste antes, ¿cómo sabes si tengo o no obsesiones de limpieza? —contrarrestó Ulises.
Quería ver cómo seguía justificándose, hoy aunque dijera las cosas más convincentes, seguía siendo que lo encontraba repugnante.
—...Esta pregunta, no