Así que probablemente era una jugada de Lorenzo para hacerse la víctima, para ver si Marisela se quedaba a preocuparse por él.
El carro se alejó rápidamente, incluso manejando más rápido, definitivamente no podían dejar que Lorenzo lograra su plan.
—No comiste mucho, ¿verdad? Voy a reservar en otro restaurante —dijo Matías.
—No hace falta, no tenía mucha hambre —respondió Marisela.
—¿Y Matías? —preguntó ella.
—Yo también estoy bien —respondió Matías.
—Mejor sí reservemos en otro lugar, no comiste casi nada antes de que nos interrumpieran —dijo ella.
Al escuchar esto, Matías pensó:
Aunque no comer también estaba bien, si regresaba así, ya no tendría tiempo a solas con Marisela.
—¿Qué tal si pedimos postre? ¿Buscamos una cafetería? —sugirió.
Marisela asintió, sin pensarlo mucho.
Sacó su teléfono para buscar lugares cerca, y reservó en uno con buenas reseñas, manejaron hacia allá.
Matías no se había olvidado de lo que había dicho sobre el pastelito para celebrar por Marisela, pidió al mes