Después de esperar dos segundos y no obtener respuesta, Lorenzo colgó directamente el teléfono.
Del otro lado del vidrio, Isabella finalmente se alarmó, temiendo que se fuera, se apresuró a decir:
—¡Te digo, te digo!
—Son las cosas que me compraste...
Al no escuchar la respuesta que esperaba, sino información inesperada, Lorenzo abrió los ojos enormemente.
¿Qué significaba esto? ¿Isabella, esta mujer loca, había entregado por sí sola toda la evidencia de su "infidelidad" a Marisela? ¿Ayudando a confirmar todo en su contra?
La amante provocando personalmente, con evidencia testimonial y material presente. Lorenzo originalmente había decidido negar todo hasta la muerte, pero ahora se había desmoronado sin necesidad de ataque.
Y sentía que no era solo eso, Isabella definitivamente le había enviado otras cosas a Marisela también.
Una ira inmensa le subió a la cabeza. Lorenzo miró con malicia a la mujer detrás del vidrio, reconociendo completamente su verdadera naturaleza, deseando que se p