Marisela escuchó que Matías la buscaba, sin pensarlo mucho lo siguió hasta la puerta, pero se encontró con un hombre al que temía encontrarse.
Al verla llegar, él cruzó los brazos, arqueó las cejas, con cara de estar tramando algo malo, por lo que ella ralentizó el paso.
Realmente venía a buscarla, ¿acaso no podía dejar pasar este asunto? ¿O es que el té y agua que le había servido sabían mejor?
—Señor Bustamante, señor Orellana —al llegar frente a ellos, Marisela los saludó con sonrisa profesional.
—El señor Bustamante te busca —dijo Matías.
Marisela se volteó, mirando directamente al hombre, manteniendo la sonrisa:
—Qué honor la presencia del señor Bustamante, disculpe que no haya salido a recibirlo.
—Olvídate de recibirme lejos, ni de cerca me recibiste, tuve que venir a buscarte personalmente —dijo Ulises.
Marisela suspiró resignada. Yo no te pedí que vinieras.
—La próxima vez definitivamente estaré esperando abajo del edificio de la empresa —sonrió Marisela.
—¿La próxima vez quier