—Matías y yo nos conocemos desde la universidad, sacrifiqué dos años de mi juventud por él, y él tampoco tuvo a nadie más a su lado por mí.
—Las peleas siempre se arreglan, cuando tenga el certificado de divorcio en mis manos, iré con él a registrarnos.
Eran mentiras, Marisela se sintió un poco culpable, volteó la cabeza para no dejar que Lorenzo viera su expresión.
Lorenzo se quedó en shock, aún no había tenido tiempo de refutar.
En ese momento, la puerta de la sala de recepción fue empujada súbitamente.
—¡Marisela! ¿Estás bien?
Se escuchó la voz de Matías, y después de ver claramente la situación adentro, se puso directamente frente a Marisela en posición protectora.
Marisela se sobresaltó al ver a Matías entrar de repente, luego miró hacia la puerta.
Tanto el jefe comercial como Manuel estaban parados ahí, con la expresión avergonzada de haber sido descubiertos in fraganti, y también Aurelio asomando media cabeza.
Aurelio sonrió tímidamente a Marisela, queriendo saludar, pero fue in