Preguntó al personal de seguridad si alguien había salido, pero le dijeron que no, así que volvió a entrar al salón.
Buscó frenéticamente, moviéndose entre los invitados sin responder a nadie que intentara hablarle.
Finalmente, después de varios minutos, vio a cierto hombre charlando animadamente entre la multitud.
Lorenzo apretó los puños, respiró hondo para calmar su pulso y su respiración, tomó una copa de champán y se unió al grupo con naturalidad.
Ulises notó la presencia de Lorenzo por el rabillo del ojo mientras daba un pequeño sorbo a su champán. Los empresarios saludaron al señor Cárdenas, y uno de ellos miró a ambos con una sonrisa:
—El señor Bustamante y el señor Cárdenas, dos jóvenes talentos brillantes, ambos destacados en sus empresas familiares.
—Y pronto serán familia política, cuñado y yerno.
Al oír esto, Ulises sonrió y dijo:
—Señor Antillanca, me halaga demasiado. No me atrevería a aspirar a ser pariente del Grupo Cárdenas.
Los empresarios lo miraron, y el señor Anti