Lorenzo no dijo nada, solo siguió mirando las flores con el ceño fruncido, como si le molestaran de verdad.
—Nadia, lo siento, es que Lorenzo es alérgico al polen. Mejor llevo las flores afuera, no te enojes —Celeste se disculpó mientras se levantaba con el ramo en las manos y caminaba hacia la puerta.
Nadia la miró, incrédula. ¡Esta pequeña había vuelto a caer en las mentiras de Lorenzo!
Con un gesto de frustración, Nadia fulminó a Lorenzo con la mirada:
—¿No te da remordimiento engañarla aprovechándote de la confianza que tiene en ti?
La mirada de Lorenzo se volvió aún más fría:
—¿Acaso tú no te has aprovechado de la confianza que ella tiene en ti?
Nadia sabía perfectamente que Celeste no sentía atracción por las mujeres y que la veía solo como una amiga, pero aun así había aprovechado esa confianza para acercarse a ella.
—Te advertí que no te acercaras a ella —La voz de Lorenzo era helada—. ¿No temes que cancele tu exposición de arte?
—Lorenzo, además de usar tu poder para intimidar