—¡Todas te están mirando, debes vivir por ellas!
—¡Mira cómo estás! ¿Le haces justicia a ellas?
[¡Debes vivir por ellas!]
En el silencioso mundo inerte, de pronto apareció la voz de un hombre, como un trueno estallando.
[Debes vivir bien...]
[Debes vivir bien...]
De repente, algunas escenas se agolparon en su mente vacía:
Su mamá estaba acariciando su cabello con ternura, enseñándole a leer, tejiendo coronas de flores para ella...
La Margarita que le sonreía, la que estaba recordándole que se abrigara, y la que le cocinaba...
Todas estas escenas se superponían.
Los ojos de Celeste temblaban ligeramente, y una voz clara resonó en su corazón:
[¡Debe vivir bien!]
Sí, ¡debía vivir bien!
Lorenzo, mirando hacia abajo el delicado rostro sin vida de la mujer, se inclinó para besar sus labios, diciéndole:
—Celeste, ¿cómo debe hacer para despertarte...?
Estos últimos días, frente a la inconsciente Celeste, siempre recordaba sus diversas y vivaces expresiones del pasado...
De repente sintió que,