Una caricia casi imperceptible sobre su vientre bastante hinchado hizo que Dana despertara pero no abrió los ojos de inmediato hasta que experimentó cómo sus cachorros se movían en su interior.
La inquietaba que eso solo sucedía con algo relacionado a Kian. El verlo, oírlo, o cuando el Alfa insistía en tocarla o rozarla. Sabía que de estar cerca Kian desarrollaría un vínculo con sus cachorros y eso no era posible. Pero a pesar de todo no podía dejar de sentirse atraída a él.
Al alzar la vista hasta el Alfa por un momento Dana creyó ver sorpresa, anhelo y algo más en la mirada de Kian pero al notar que ella ya estaba despierta inconscientemente su habitual máscara de frialdad volvió alejándolo mucho más de ella.
—Come —la orden del Alfa cortó el silencio en la habitación.
Él había colocado la comida a un lado de su cama pero ella la ignoró. Tenía un nudo en la garganta.
Dos semanas más habían transcurrido pero para Kian eran como meses infernales. No sabía cómo demonios actuar y odia