Estoy… caliente

Dana se miró al espejo completamente embelesada recorriendo su imagen semidesnuda mientras notaba los cambios.

En silencio pasó lentamente su delicada mano por su vientre ligeramente hinchado al mismo tiempo que observaba sus pechos llenos.

—Sabía que había cambiado.

Los embarazos de las lobas normalmente durarían cuatro meses pero como la curandera le había dicho, su embarazo no era uno normal.

No sabía cuánto se reduciría al tener un cachorro con el Alfa pero ya comenzaba a notarse, lo que quería decir que debía actuar.

—Derek me dijo que me ayudaría, que debía confiar en el plan pero… ¿Cuánto tiempo falta? Si él se ent-

Dana se calló suspirando audiblemente a la vez que su mano protegía su vientre. De repente sintió que la calidez y la necesidad de proteger a su cachorro estaba por encima de todo.

—Te protegeré, nadie te lastimará.

Sonrió a duras penas y comenzó a vestirse para ir a hacer lo que ese día decidiera el Alfa.

—Apresúrate a poner la mesa, muchacha.

Dana obedeció a Anet
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