A partir de este momento, te has convertido en alguien de mi propiedad, por ende, puedo hacer contigo lo que me plazca, estarás veinticuatro horas al día, los siete días de la semana a mi completa disposición, vivirás donde yo te diga, dormirás donde yo te diga, te comunicaras solo con las personas con las que yo considere que puedes comunicarte, y todo esto lo harás en completa confidencialidad, no puedes hablar sobre nosotros, o sobre mí, con absolutamente nadie, no puedes dar un paso sin que yo este enterado a donde te diriges, no puedes vestirte sin que yo te lo ordene, no puedes si siquiera comer alimentos que yo no considere apropiados, y sobre todo, no harás preguntas de las cuales no quieres saber la respuesta, esas son las reglas del juego, Abigail. – dijo Dominic.
Ler mais-Abigail, tu antifaz – le dijo Heather, entregándole la mascara negra.
-Gracias, cariño – ella le sonrió, puso el antifaz sobre sus ojos, y se lo ato detrás de la cabeza.
-¡Salgan ya! – exclamo Arnold, empujando a una de las chicas que estaba en la fila.
Las chicas caminaron hacia el escenario, y entonces todo comenzó, el lugar estaba sumido en el mas absoluto silencio, lo único que se escuchaba era el repiqueteo de los tacones de las mujeres, todo estaba oscuro, y lo único que Abigail podia sentir era su corazón golpeteando con fuerza contra su pecho, tenía el corazón acelerado, igual a todas las noches en que se presentaba ahí, a pesar de haberlo hecho casi por cinco años ya.
De repente, las luces se encendieron y se escuchó un vitoreo fuerte de los hombres que estaban sentados frente a ellas, la música comenzó a sonar, y tanto Abigail, como Heather, como el resto de las mujeres del club, comenzaron a bailar sensualmente.
La melodía era lenta, y exótica, pero, sobre todo, era provocativa, lo que hizo que para Abigail fuera más fácil dejarse llevar.
La chica cerro los ojos, y comenzó a contonear sus caderas, necesitaba sentirse libre, porque lo cierto era que estaba de pie en un escenario usando únicamente unas bragas minúsculas negras y un top de encaje del mismo color, igual de minúsculo, por cierto, eso y el antifaz, era su único vestuario.
Abigail movió sus manos alrededor de todo su cuerpo mientras la música seguía sonando, se acarició a si misma mientras se movía de derecha a izquierda, y entonces abrió sus ojos, mientras sentía las miradas penetrantes puestas sobre su cuerpo.
Lo único que no le gustaba a Abigail de estar ahí, era que no podia ver a los hombres frente a ella desde el escenario, solo podia ver sus rostros si se bajaba de allí y se acercaba a ellos, y aunque eso aseguraba sin duda, un dinero extra, ella muy pocas veces lo hacía, no le gustaba sentirse demasiado vulnerable, y si se acercaba a ellos, entonces podían hacer lo que fuera con ella, en cambio en el escenario, ella podia hacer lo que quisiera consigo misma, podia desnudarse, podia bailar, podia abrir las piernas, tocarse donde se le viniera en gana, pero todo lo hacia ella, con su consentimiento, y ninguno de aquellos hombres podia siquiera acercarse a su cuerpo.
Era una de las ventajas de ser bailarina exótica.
Ella tenia el control de absolutamente todo, de a quien se acercaba, de como bailaba, de donde se tocaba, estaba bajo su mando, y por mucho que aquellos hombres se provocaran, no podían hacer nada para tenerla.
Abigail jamás en la vida permitiría que ninguno de esos patanes la tocara, ella no les dejaría ponerle un solo dedo encima, y esa era su redención, y lo único que la hacia sentir bien en medio de todo eso.
Aunque ella no iba a mentir, Abigail no se avergonzaba de ser bailarina exótica, después de todo, eso era lo que pagaba su universidad, eso era lo que le había permitido vivir dignamente sin depender de su padre, y no iba a disculparse por acceder a la única oportunidad que había tenido en su vida. Por supuesto ella sabia que después de graduarse de la universidad no iba a continuar trabajando como bailarina, de hecho, Abigail esperaba con ansias el día en que tuviera un diploma con el que pudiera ir a buscar un trabajo real, para poder por fin salir de aquello, que, aunque no le desgradaba, no era lo que queria hacer el resto de su vida.
Abigail vio a Heather bajarse del escenario, la vio desparecer entre las sombras del público, y quiso tener un poco de la libertad y seguridad que tenía su hermana menor, asi que, en un ataque desesperado de independencia, y por supuesto, esperando conseguir un par de billetes de dólar más, la chica se quitó el sostén negro que tenia puesto, se acaricio los pechos desnudos con las manos, y mientras caminaba lascivamente se bajo del escenario, a donde estaba el publico exclusivamente masculino.
Dominic, que esa noche estaba entre los presentes, no pudo evitar poner sus ojos encima de Abigail, ella se había robado su atención desde que había salido al escenario usando únicamente un diminuto conjunto de lencería negra y unos tacones altos rojos, el hombre la siguió con la mirada, vio como ella bailaba, la vio quitarse el sostén, y la vio caminar hacia un hombre a su derecha.
Abigail era sensual, y hermosa, y a él siempre le habían gustado las mujeres sensuales y sobre todo, hermosas, Dominic tenía los más altos estándares con respecto a la estética, creía que una mujer debía ser limpia, debía estar siempre bien depilada, debía estar arreglada siempre, aunque eso no significaba que debía tener maquillaje, de hecho a Dominic el maquillaje le molestaba, le gustaban las chicas hermosas naturalmente, y Abigail parecia tener todo lo que él estaba buscando esa noche.
Su piel blanca se veía suave, todo su cuerpo se veía completamente depilado, incluso los pezones rosados de Abigail parecían perfectos, él la necesitaba e iba a hacer hasta lo imposible por conseguirla.
Una vez al año, Dominic se acercaba a la Doll House, el club nocturno en el que estaba, y entonces compraba a una virgen para encerrar en su harem.
Y ese año, ya había hecho su decisión, no necesitaba buscar a nadie mas para saber que la mujer que queria que se fuera consigo, era ella, la chica del antifaz negro, Abigail.
-¿Cómo se llama ella? – Dominic le hablo con su voz profunda, y sobre todo, ronca, al dueño del club, Arnold, que estaba pendiente a lo que fuera que Dominic necesitara.
-Abigail Page – respondió Arnold.
Dominic le hizo una seña para que se fuera, y él lo hizo con respeto, Dominic era el mejor cliente que tenia Arnold, y aunque no lo fuera, ni un millón de años Arnold se atrevería a tratar mal a un hombre como Dominic.
Dominic era poderoso, era fuerte, pero sobre todo, era frio, a Dominic no le temblaba la mano para matar, Dominic era la propia encarnación del demonio, no tenia sentimientos. Él solo andaba por la vida con el único propósito de satisfacer sus deseos, y por desgracia, lo que necesitaba en esos momentos, para satisfacer los suyos, era a esa chica que bailaba sinuosa contra el hombre a la derecha.
-Date la vuelta – le ordeno el hombre a Abigail.
Ella sonrió, y entonces hizo lo que él le dijo, mientras el desconocido metía un billete en la liga en su pierna.
-Ahora tócate – volvió a pedir.
La mujer hizo lo que se le ordeno, paso sus manos alrededor de toda su piel erizada, e incluso permitiéndose ser un poco mas atrevida que de costumbre, se tocó por encima de las braguitas color negro, entretanto el hombre, metía mas y mas dinero en la liga.
Abigail no podia mentir, durante esos segundos en que se movía, y el idiota frente a ella metía cantidades de dinero en su ropa, se sentía la mujer mas poderosa en el mundo, porque ese imbécil le daría lo que fuera con tal de que ella le enseñara un poco más, y eso le hacia gracia, porque ella sabía que a pesar de todo, lo único que no podían hacer, era justamente lo que deseaban, que era tocar su piel virgen hasta los rincones más profundos.
-Déjame tocarte – le pidió el hombre con la boca seca.
Ella sonrió, y negó con la cabeza, alejándose en la dirección opuesta.
Abigail siguió moviéndose y caminando a través de los hombres, hasta que uno en particular llamo su atención, estaba sentado medianamente apartado del resto de las personas, llevaba un traje completamente negro puesto, estaba mirando el espectáculo como si no generase absolutamente nada en él, pero lo mas inquietante de todo, eran sus ojos, y la manera tan fría en la que la miraban, la chica, que estaba a pocos pasos de él, dejo de moverse por un segundo, mientras se mantenía sumida en los ojos de él, casi como hipnotizada, de repente un escalofrió recorrió toda su espina dorsal, aquel sujeto le había dado miedo, sus ojos gélidos la obligaron a apartarse de él.
Abigail salió del escenario, y se metió en los camerinos, en donde tuvo que sentarse para recobrar la compostura, tenia la boca seca, y le costaba incluso moverse, no sabia que era lo que sentía, pero tenia un sentimiento extraño dentro de su pecho, como miedo, como incertidumbre, no sabía que era, lo único que si sabía, era que se trataba de algo retorcido, sin duda alguna.
Mientras estuvo allí, ella no pudo dejar de pensar en el hombre, su imagen se había quedado por completo grabada dentro de su cabeza, la forma en la que estaba sentado, la manera de mirarla, el frio en sus ojos, se sentía como si hubiera visto al mismísimo demonio, y el problema era que ella no sabía que hacer, si salir, para poder verlo nuevamente o correr en la dirección opuesta, huir y alejarse.
Un rato después, el resto de las chicas entraron en el camerino, excepto aquellas a quienes habían contratado para hacer un baile privado, Abigail casi nunca accedía a hacerlos, asi que ella siempre era de las primeras en regresar.
-¿Te fuiste antes? No te vi en el cierre – le pregunto Heather sentándose en el taburete a su lado, y quitándose el antifaz morado.
-Si, tuve que salir antes – contesto ella, saliendo de su aturdimiento,
-Abi, ¿Estas bien? ¿te sucede algo? – le preguntó a Abigail que se veía pálida y más blanca de lo que ya era.
-Si … no – respondió confundida - ¿Viste a ese hombre que estaba allá afuera?
-¿Cuál de todos? – se burló Heather.
-El que estaba apartado del grupo, el hombre de negro.
-Debes estar hablando de Dominic Salvatore – otra de las chicas, que había escuchado la conservación, se acercó y contesto.
-¿Quién es ese tal Dominic? – inquirió Abi.
-Nadie sabe nada de él, solo sabemos que viene una vez al año, y que se lleva a una chica consigo, nadie sabe para qué, o porque, el hombre es por completo un enigma.
-Nadie es demasiado misterioso – resoplo Heather.
-Él sí, es un hielo, impenetrable, lo único que esta claro con respecto al hombre es que es frio, y dicen que muy cruel, lo llaman el diablo encarnado – la chica se rio – aunque si él de verdad fuera el diablo, a mí no me importaría seguirlo, ¿Han visto ya lo guapo que es?
Abigail sintió que la cabeza le daba vueltas, eso era justamente lo que ella había pensado de él, que era el diablo.
-¿Cómo es que yo no lo había visto antes? ¿Por qué no se quiénes son las chicas a las que se ha llevado antes? – le pregunto Abigail a la morena que terminaba de cambiarse de ropa.
-Por alguna razón Arnold nunca quiso que ustedes estuvieran aquí la noche en que él venía, hasta este año.
-¿Qué cambio?
-No lo sé, eso tendrán que preguntárselo a su padre – respondió la morena.
Abigail y Heather se miraron durante un par de segundos, pero Heather, que era más bien tonta, le resto importancia y comenzó a peinarse el cabello, sin embargo Abigail no podía dejar de pensar en él, y en porque Arnold, su padre, dejo que ellas actuaran esa noche en que Dominic estaba presente.
Lo que Abigail no sabia era que justamente a una habitación de distancia, Dominic le estaba ofreciendo a su padre mucho dinero, para comprarla a ella.
Cinco años después. -Heather, por amor a Dios, deja esa bandeja ahí – la regaño Roy mientras la chica sostenía la bandeja con el pavo que partirían esa noche.Era cena de navidad y toda la familia Page y Salvatore estaba reunida en la casa que compartían Dominic y Abigail, había luces decorando todo el espacio, habia un gigantesco árbol de navidad y muchos regalos para los mas pequeñitos de la casa, aunque naturalmente Dominic y Roy tambien se habían encargado de comprarle bonitos obsequios a sus respectivas esposas.-Es que es demasiado terca – dijo Abi rodando los ojos mientras agarraba de la mano a su hija mayor, Amy, una pequeña que había heredado los ojos de su padre y el color de cabello de su madre.-¿Por qué le dices terca a la tía, mami? – preguntó la pequeña Amy.-Porque tu madre
Seis meses después. -¿Qué es esto? – preguntó Abi mientras un mesero se acercaba a ella a darle uno de los muchos canapés que estaban sirviendo en la fiesta de compromiso de Heather y Roy.-Langostinos en salsa teriyaki – explico Heather con obviedad – ¡Están deliciosos! ¿Qué es lo que te pasa? – cuestionó la chica, al ver que su hermana hacia un gesto de desagrado por el aperitivo.Abigail negó con la cabeza y trató de mantenerse en pie, pero su estómago prácticamente la estaba doblegando, tenia nauseas, sentia que iba a vomitar, y estaba a parte de todo, mareada, tal parecía que haber usado unas plataformas de ocho centímetros no habia sido una buena idea.No debió haber sido tan tonta, después de todo, esos mareos no eran solo de ese día, últimamente le daban muy a menudo, y
El avión donde iban Abi, su familia, Roy y Dominic junto a sus padres, aterrizó en Santorini en la mañana del día siguiente de la graduación de Abigail, la boda iba a ser intima, algo solo para las personas más allegadas, y ¿Qué mejor lugar para una boda que una isla paradisiaca?-No entiendo porque teníamos que salir corriendo, ustedes son los únicos locos que se casan después de una graduación – dijo Vanessa frustrada porque se le habían quedado en casa los zapatos que había encargado desde parís para usar en la ceremonia.-Cariño, deja de refunfuñar – el padre de Dominic le acarició el brazo e intento calmarla, igual a como habia estado haciendo durante todo el vuelo – estamos en Santorini, se seguro aquí encuentras una tienda donde puedas encontrar unos zapatos aun mas bonitos que los que tenías – solt&o
Un año después. -¡Jamás creí que este momento fuera a llegar! – dijo Marcia con las palabras atoradas debido a que estaba poniéndose un poco de labial color fresa.Abi miro como la chica hacia de todo para sostener el labial y el espejo al mismo tiempo y entonces negó con la cabeza, Marcia no iba a cambiar nunca, y en realidad eso no era nada malo. Marcia estaba loca, pero era sin duda alguna una buena persona y amiga.-Si, yo tampoco – Abigail suspiró y se agachó para ajustarse las tiras de las sandalias color negras que estaba usando.La noche anterior había tenido un sueño en donde se caica en el escenario en frente de todos los invitados nada más porque su sandalia se desabrochaba, y ella no iba a dejar que eso pasara por nada del mundo, asi que habia estado chequeando constantemente que todo estuviera en orden con sus zapatos.-Has
-¿Dominic? ¿A dónde nos estás llevando? – cuestionó Abigail mientras el hombre la agarraba de la mano y la llevaba al helicóptero que estaba preparado para despegar.-Vamos a dar un paseo – soltó él con una sonrisa de medio lado que lo hacia ver sumamente inocente.-Yo no planeo subirme en esa cosa – chilló Heather asustada al ver el tamaño del artefacto que estaba frente a ella, normalmente cuando los veia en el cielo no se veían tan intimidantes.-¡Por supuesto que lo harás! – Roy cargó por las piernas a Heather y la llevó hasta estar más cerca del helicóptero.Dominic y Abi soltaron una carcajada al ver la escena frente a ellos, Roy y Heather eran completamente adorables, eran como dos niños pequeños, lo que no dejaba de ser increíble teniendo en cuenta que Roy era un hombre grande, fuerte y
Abigail dejó el auto en el parqueadero y entonces entró en la casa con los nervios a flor de piel, una guerra se avecinaba y ella no estaba muy segura de querer librarla justo en ese momento cuando cada uno de sus sentimientos estaban tan presentes, los nervios, por lo que había pasado con aquel auto negro, y la tristeza y sus recuerdos en su cabeza por haber visitado a Gabriel.Abi entró en la casa, no en la de Dominic, por supuesto, lo que menos queria en ese momento era tener la posibilidad de toparse con él, asi que intentando evitarlo fue a su vieja habitación, aquella que había dejado de utilizar cuando se habia mudado con Dominic.Abi se quitó los zapatos de tacón que estaba usando y caminó con ellos en las manos a través del pasillo de habitaciones, una vez que estuvo ahí echó un vistazo para asegurarse de que Heather no estuviera allí, cuando se creyó libre
Último capítulo