Capítulo 6.

Abigail abrió los ojos que se sentía todavía demasiado adormilados, y entonces se incorporó levemente en la cama mientras intentaba entender donde era que estaba, la habitación era grande, tenia un closet bastante generoso a la derecha, a la izquierda había un tocador de color blanco repleto de productos para el cuerpo y para la piel, había también un mueble lleno de cajones que ella no había revisado aun, la cama también era grande, y sobre todo, muy cómoda, tenía sabanas gruesas y acogedoras de algodón blanco, y la almohada de plumas era la mas cómoda que ella había usado nunca.

La habitación era ciertamente bonita, lo era al igual que toda la casa, pero aun así, la chica no deseaba estar ahí, de hecho, el ultimo lugar en el que desearía haber estado era ahí justo en medio de esas cuatro paredes en donde se sentía asfixiada.

Abi soltó un suspiro pesado, dándose cuenta de que todo lo que había pasado el día anterior no había sido una pesadilla, como había querido creer, si no que era real, ella estaba allí, con Dominic, con Roy, con esas chicas que la habían mirado con lastima, metida en una habitación por completo lastimada de la cabeza a los pies.

Ella detallo una vez mas en su cuerpo, y se dio cuenta de que no tenía puesta la misma ropa de la noche anterior cuando peleo con Dominic en el bosque, ella estaba usando un pantaloncito corto de seda color negro, y una blusa de tiritas del mismo color, de inmediato la idea de que había sido Dominic quien la cambio la hizo fruncir ceño y odiarlo mas de lo que ya hacía, Abigail no deseaba que Dominic la viera desnuda, ni siquiera en ropa interior, ella no quería nada de él…

Con dificultad, ella se puso en pie, y fue hasta el espejo de cuerpo completo, una vez allí, se levanto la blusa de tiritas, y se reviso la espalda, estaba por completo magullada, tenia cortes en todas las direcciones y rasguños que le ardían, sin embargo, se veían limpios, alguien la había curado, pero ella sabía que no había sido Dominic, porque a Dominic no le importaba como estuviera ella, a él no le interesaba si ella se sentía mal, o si su espalda le dolía, Dominic era el demonio, no tenía sentimientos, y Abigail sabia que él no iba  cambiar eso por ella, ella era solo una mas en el harem, y eso era todo.

-Señorita Page – dijo una mujer mayor, vestida con uniforme de sirvienta, pero muy bien arreglada.

-Si, diga – Abi se bajo la camisa rápido y volteo a verla.

-En diez minutos el desayuno estará listo, todos estarán esperándola en el comedor.

-¿Tengo que bajar ya?

-Al señor no le gusta que nadie se salte las comidas, es muy estricto con los horarios, así que le aconsejaría que se reúna con sus compañeras lo antes posible – explico.

-Bien, bajare pronto – Abigail asintió – discúlpame una pregunta, ¿Sabe quién se encargó de curar mis heridas, y de vestirme?

-Yo lo hice, señorita.                            

-¿Cómo sabias que lo necesitaba? – la chica se cruzo los brazos sobre sus pechos.

-El señor Dominic me lo ordeno, me dijo que me asegurara de que usted pudiera dormir bien, y de que sus heridas no fueran a infectarse.

-¡Muy considerado! – Exclamo Abi con rabia.

-¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle? – pregunta la sirvienta.

-No, pero ¿Cuál es tu nombre?

-Laura, puede buscarme siempre que me necesite, estoy aquí para atenderlas a todas ustedes.

-Gracias, Laura – Abigail le sonrió a la mujer, y entonces ella cerro la puerta y se fue, dejando a Abigail sola de nuevo en la habitación.

Ella se sentó en la cama, miro a la ventana y bufo, Dominic era un hombre muy extraño y ella ya no alcanzaba a descifrar si es que de verdad era una persona cruel y sin sentimientos o si es que solo estaba viviendo bajo el disfraz de alguien que no era, fuera lo que fuera, ella no quería estar cerca de él, la chica, que toda la vida se había alejado de personas problemáticas, no tenía planeado empezar a jugar con fuego justo en ese momento de su vida.

No importaba como fuera Dominic, lo importante de todo era, que ella se mantendría alejada todo lo que le fuera posible, estaría ahí, se comportaría bien, y haría lo que se le mandaba, y cuando todos tuvieran la guardia baja, entonces ella se escaparía y no volverá allí nunca más.

Tenía un plan, desaparecer de las garras de Dominic Salvatore, dejarlo atrás, irse lejos de Greench y llegar a un sitio en donde nadie conociera ni siquiera su nombre.

Abigail se puso una bata negra también de seda, que había en el closet, se la ato en la cintura y bajo a desayunar, porque lo cierto era que su estómago estaba rugiendo de hambre, desde el día anterior en el desayuno ella no había comido nada, y por el contrario había quemado demasiadas calorías en el club, y sobre todo, en la noche cuando peleo con Dominic e intento huir de él.

La chica llego al primer piso, donde el resto de las mujeres ya se estaban acomodando en la mesa, y se fijo nuevamente en las que serian sus compañeras de casa de ahí en adelante, todas tenían puesta la misma pijama negra que Abigail, pero ellas, que eran un poco mas desinhibidas la usaban sin la bata, no necesitaban cubrirse nada, no como Abi, que a pesar de trabajar como bailarina exótica sentía que debía ser recatada en esa casa en donde no era mas que una extraña.

-¡Vaya! Miren quien ha decidido acompañarnos – dijo Alexis, la chica morena de cabello largo, mientras sonreía con altanería a Abigail.

Abi no le contesto nada, por el contrario, se ato una cola de caballo en el cabello claro, y se sentó en la mesa, en donde había de todo tipo de alimentos.

Había pan de frutos integral, mantequilla baja en grasa, mermelada con poca azúcar, había huevos revueltos, cereal sin gluten, leche deslactosada, jugo de naranja orgánica, y mucha fruta, parecía que Dominic no había mentido cuando había hablado de la salud, porque lo que mas predominaba en la gran mesa, eran montones de melocotón, fresa, papaya, banano, mango, y demás alimentos por completo saludables.

Abigail torció el gesto porque a ella nunca le habían gustado las cosas que decían ser integrales, mucho menos la fruta, el cuerpo de Abigail era producto de todo el ejercicio y de un poco de la ayuda de la genética, pero no tenia anda que ver con la dieta, de hecho, detestaba hacer dieta. Y como ella no planeaba cambiar sus hábitos alimenticios por un imbécil, cogió dos de los panes, uno de ellos lo unto con mantequilla y el otro con mermelada, tomo una cucharada de huevos revueltos y la puso en su plato, poniéndole un poco más de sal, y por último se sirvió un café bien cargado.

-¿De verdad vas a comerte eso? – le pregunto Alexis con cara de asco.

-Si, ¿Por qué?

-Nada importante, solo digo que deberías cuidar un poco mas lo que le metes a tu cuerpo.

¡ja! Eso lo deberían pensar ellas que dejaban que Dominic se metiera en sus cuerpos siempre que quería – pensó Abi, aunque no se lo dijo.

-¿Sabías que para que el abdomen de una mujer este plano, su porcentaje de grasa debe ser mínimo?

Abigail rodo los ojos, y siguió poniéndole mantequilla al pan.

-Me gusta comer, no voy a dejar de hacerlo ahora.

-Podrías comer un poco de fruta – espeto Alexis.

-No me gusta la fruta.

Alexis miro de mala gana a Abigail, desde que había llegado la noche anterior no le había caído nada bien, Abigail se creía superior, el espectro a su alrededor se lo decía, y Alexis nunca le había gustado nadie que pudiera ser mejor que ella en ningún aspecto.

-¿Todos los días desayunan lo mismo? – pregunto Abi.

-Básicamente, aunque si queremos algo diferente podemos pedirlo al chef – respondió Alexis, que era la única que estaba interesada en Abigail, el resto de las chicas estaban entretenidas hablando entre sí, o leyendo revistas de chismes que a Abigail siempre el habían dado asco por todas las mentiras que decían.

-¿Tenemos chef?

-¿Quién cocinaría si no?

-Nosotras – respondió Abi, como la cosa más obvia.

-¿De verdad crees que alguien aquí va a cocinar para diez personas? – Alexis soltó una risa seca – a Dominic no le gustaría vernos cocinando.

-¿Por qué no?

-No le gusta que nos expongamos al fuego, ni que dañemos nuestra manicura, o que nos ensuciemos de comida cruda.

Abigail frunció el ceño, porque eso que estaba escuchando era lo más estúpido que había oído nunca en su vida, no tenían tres años, podían cocinar, y no les pasaría nada.

-¿Y entonces que hacen ustedes aquí todo el día?

-¿A qué te refieres?

-Quiero decir, ¿Cuáles son sus actividades diarias?

-Podemos hacer lo que queramos – dijo Alexis levantando los hombros – siempre y cuando estemos dentro del perímetro.

-¿Y cuál se supone que es el perímetro?

-Alrededor de la casa.

-¿y que se supone que podemos hacer encerradas aquí las veinticuatro horas del día, si no tenemos celulares, y algo me dice que computadoras tampoco?

-Puedes ver la televisión, leer un libro, la biblioteca esta repleta de libros, también podemos hacer ejercicio, que es lo que la mayoría de nosotras prefiere, o ir a la piscina, muchas cosas – respondió Alexis, como si de verdad no le interesara.

-¿Qué hay de estudiar?

-Si queremos podemos hacerlo, le dices a Dominic en que estas interesada y él envía a una institutriz que nos de las lecciones de lo que sea que queramos.

Abigail dejo el pan en el plato, porque en realidad se le había quitado el hambre de repente, no entendía como todas ellas estaban tan tranquilas ahí, no entendía como desayunaban como si estuvieran en sus casas, ¿Es que no necesitaban libertad? ¿no se sentían atrapadas en esa mansión? Pero lo que mas le sorprendía a Abigail era, ¿Cómo esas mujeres se enamoraban de un hombre que no era más que su carcelero?

-Esto es como una jodida mala película del síndrome de Estocolmo – susurro Abi, negando con la cabeza por todo lo que veía a su alrededor.

Alexis, que no era tonta, sabía de lo que ella estaba hablando, y sintió rabia por la manera en la que Abigail las veía, como si fueran b****a, como si no fueran más que un montón de idiotas sumisas a un hombre.

-Mira niña, si no te gusta como vivimos, bien podrías largarte de aquí, estábamos muy bien sin ti, y te aseguro que no vas a hacernos falta si te mueres – sentencio, poniéndose en pie, mientras el resto de las chicas las veían con atención.

-¡Genial! Ya he hecho mi primera amiga – Dijo Abi para si misma.

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